QUIÉREME

jueves, 17 de julio de 2014

LAS BODAS

    En verano hay más horas de luz, más calor, más mosquitos y más bodas. Dice mi amiga Gadea que es necesario seleccionar bien las bodas a las que asistir. Solo hay que ir a las bodas que realmente te apetece porque, cuando vas por compromiso o por acompañar a tu pareja,  hay un 99 por ciento de posibilidades de que te preguntes ¿ que hago aquí ? en el 99 por ciento del tiempo que dura la boda. Y eso no es todo. Asegura Gadea que en esas bodas se despierta en ella un sentimiento raro e incómodo. Para empezar no acierta con la ropa, y si hay algo importante en una boda es la ropa, sin duda. Se viste de forma correcta pero aburrida, no consigue ser ella, no logra ir tan a gusto como cuando acudió a la boda de un amigo con un vestido chino comprado en la tienda de los chinos de su barrio. Dice Gadea que con veinte euros consiguió sentirse guapa, segura y si, un poquito diferente, que en mi opinión, es lo que más le gusta. El segundo problema son los zapatos. ¿Dónde venden zapatos de tacón que se puedan aguantar más de una hora y sean bonitos? En todas las bodas a las que he ido, jóvenes y maduras terminan bailando descalzas o con chanclas, eso sí, nunca se ve el momento en el que cambian el calzado. Y las que no quieren dar su brazo a torcer, ni se mueven de la silla,  y miran aburridas como los demás se lo pasan pipa con "Paquito el chocolatero " ( algo que, por otra parte,  yo solo puedo bailar si se acompaña una, dos copas de más ).
    Hay algo más. En la iglesia. La ceremonia. Me cuenta Gadea que pasa a la iglesia, busca asiento, se acomoda, se está fresco, pero....al rato le embarga una tristeza inaguantable. La gente parece feliz, la novia está guapa, el novio se manifiesta enamorado. Todo se presenta ideal. Pero yo, dice Gadea, cada vez me siento mas triste y suceptible. Es como si estuviese presenciando un espectáculo donde todos tienen un papel, menos yo. Yo no se qué hacer, no me creo lo que pasa, estoy fuera de lugar . Y casi siempre, tengo que aguantarme las lágrimas. Por eso no me gusta ir de boda.

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