QUIÉREME

lunes, 9 de agosto de 2021

S(in)/T(ítulo)

 

El 20 del 2 de 2020 cumplía 20 años, me contaba mi amiga Gadea. Tal coincidencia numérica, pensaba, tenía que venir acompañada de algo extraordinario, de un regalo vital como un éxito importante, un golpe de suerte fuera de lo común, un hecho decisivo que cambiaría el rumbo de su vida. Sería algo tan poderoso que haría desaparecer sus defectos y le dejaría un carácter repleto de virtudes y talentos y un físico sin tacha ni fallos y totalmente saludable. Toda esa magia atribuía ella a la combinación de 2 números. Lo justificaba en que no era que ella escribiese esa secuencia numérica en la arena con una rama, no. Es que estaba implicado el Universo. Se podría comparar a la teoría de la evolución de las especies de Darwin: si, por azar, te encuentras en un lugar determinado, en unas circunstancias concretas y con las aptitudes adecuadas, te conviertes en el organismo vivo de éxito, el que triunfa, el que sobrevive. Y ya, eso es todo: pura coincidencia. Pero también puede pasar que estés en un sitio, en unas circunstancias y con las aptitudes inadecuadas. Entonces, no sobrevives, adiós al éxito. ¡Por eso las coincidencias son tan poderosas!, exclama mi amiga. Y añade: "No sé, bueno yo quería decir que después del 20 del 2 de 2020 aprendí mucho sobre el dolor y sobre el amor. Y que todos los años se pueden medir con esos dos factores. Si hay mucho de los dos, entonces es que ha sido, como mínimo, un año interesante". 

A esto añado que interesante no es ni mucho menos envidiable y que hay tiempos intensamente interesantes que a mí no me interesan. Pero tampoco tenemos capacidad para decir "esto no lo quiero".