QUIÉREME

lunes, 10 de abril de 2017

Absurdos no tan absurdos

          Me paro en un paso de cebra. Lo cruzan una pareja de ancianos cogidos de la mano. Un poco más adelante hay una valla publicitaria: es Rafa Nadal pero, no me da tiempo a ver lo que vende, tampoco me interesa, la verdad. Más adelante sí, veo otro anuncio: el nuevo Seat León. No me gustan esos coches, varias veces he tenido problemas con sus conductores. En una ocasión, el conductor de un Seat León me quitó la plaza de parking que llevaba minutos esperando, ojalá hubiese tenido valor para hacer lo que me apetecía: estrellar mi coche contra el suyo.
      Sigo mi camino y a mi derecha hay una chica vestida con sudadera blanca que agarra la correa de dos perros. La chica está parada y los perros sentados. Son grandes tienen cara de fieras. A los amantes de los perros seguro que les parecerían preciosos porque se nota que son de una raza pura. A mí, me dan miedo y asco ( por las babas). Unas cuantas rotondas mas arriba está el monumento a los encierros; me gustan los toros, más que los perros, pero no me gustan las fiestas con toros. En una fiesta, con alcohol y música es suficiente. Si con eso no basta, es que algo no va bien en ti.
    Sigo mi camino y unos metros más adelante, recuerdo algo de la mañana y pienso que los funcionarios españoles son, por lo general, antipáticos y feos. Y digo feos con la única intención de joder porque, el primer calificativo se puede asumir pero el segundo, es tan simple e infantil que desconcierta,  y creo que efectivamente jode. En la calle Manuel Luna de Madrid, había uno borde y con cara de amargado. Y hablaba como hablan algunos cuando sobreestiman su autoridad porque ¿que autoridad tiene una persona que se pasa la vida rellenando solicitudes o informando de los requisitos para rellenarlas? Física cuántica, no estudió. La señora de recepción, era educada, fríamente correcta, y sin amigos o familiares que la aprecien. Tiene que ser así porque, si alguien de su entorno la quisiera, le hubiese dicho que cambiara de peinado y de maquillaje. La señora tiene el pelo rizado y se había dejado una media melena y un flequillo (rizado) que le llegaba por la mitad de la frente. De donde empezaba el flequillo hacía atrás, se había puesto unos pasadores para bajar el volumen. Y se había dado una sombra de ojos azul que, la verdad, favorecer, no le favorecía. Luego pensé que vaya mierda de trabajo pero, ellos lo han elegido: quiero ser funcionario, cobrar poco pero sin riesgos y sin estrés. Pues ahí lo tienes, ¡felicidades! Y además si tú no trabajas en ese momento, o no tienes una nómina, te miran por encima del hombro y, con suerte, sienten lástima de ti, porque, en general, creo que sus miradas son de desprecio y no entiendo por qué. Así que,  con esto me desquito de la mala leche que me producen.
         Y con todo esto no hago más que buscar mi camino. Sé que no es éste, que está siendo como buscar una aguja en un pajar: sé que tengo que apartar algunas pajas más para encontrarlo. Pero también sé ahora, que muchas cosas se construyen así: las catedrales, las vías del tren, la muralla china, el tendido eléctrico.