QUIÉREME

martes, 17 de septiembre de 2013

MINI TRATADO SOBRE LA TONTERIA

  En La Mancha se utiliza la palabra tontería como sinónimo de ese otro sinónimo de "gilipichi". No lo pongo porque suena mal, y escrito, a los oídos de quien lo lee, suena peor. De hecho existe, cómo algunos sabreís,  " el tío la vara " que va luchando contra la tontería por el mundo. La tontería es una característica del hombre de cualquier parte del mundo, no influye el clima como,  a la mala hierba,   por ejemplo, que no crece en los polos o en el desierto. La tontería sí, crece donde sea y bajo cualquier condición. Hay que tener en cuenta, sin embargo que no todos la desarrollan, pero los que la desarrollan lo hacen en distintos grados: hay gente tonta y gente "mu tonta". Y también hay quienes, con la edad , desarrollan intolerancia a la tontería; gente que cuando es joven no le afecta la tontería del mundo, la ve,  pero pasa  sin importarle, puede mirar para otro lado, para otra gente,  sin inmutarse. Pero, con la edad esa actitud que, en principio parece la correcta, se hace difícil, y llega un momento en que cuando una persona intolerante a la tontería se cruza con un tonto, éste último estímula, parece que sin querer, lo peor de la persona intolerante a la tontería. En estos casos puede incluso llegar a golpear al tonto sin que éste sepa muy bien lo que está pasando.
Continuará........

domingo, 15 de septiembre de 2013

S/T

Me dice mi amiga Gadea Díaz esta mañana:
-¿Sabes qué? Anoche vi a mi vecina, entre un tumulto de gente,  que entraba en la iglesia. Iba con mantilla. Yo me iba a la cama porque era de madrugada. Un gato se lamía las patas y a mí me daban pinchazos en el corazón. Tenía una navaja vieja con la que no podía abrir el envoltorio de unas sardinas de cuba. Luego,  abrí una puerta, intentado huir, y estaba el mar más azul que jamás he visto, me impresionó muchísmimo y mi marido me dijo que era una sorpresa para cuando despertara. En una orilla había un puñado de peces azules muertos. Estaba en la sala de espera de un hospital, no estaba segura pero parecía que mi madre podría estar allí. Esperé y esperé y finalmente fui a buscar a mis hijas al colegio. Llegué tarde, las habián dejado salir solas y no las encontré, solo vi a mi sobrino que parecía a salvo en algo como un bar. Le dije: no te muevas de ahí hasta que yo vuelva. Seguí andando por una ciudad que no conocía. Para cruzar hasta donde estaban las cafeterías, donde una amiga me decía que vendían un desayuno buenísimo, había que atravesar un canal como de dos metros de ancho. ¿Qué profundidad tenía? ¿ Se podía pasar andando ? Los niños lloran y no se explicarles que no tienen motivos para llorar, que son afortunados, no lo ven, estan sentados en el suelo en una habitación y más tarde me doy cuenta de que no se quien son. Me voy. Camino por una ciudad que no conozco.
-Pienso: o Gadea se ha vuelto loca o yo, tonta.
Cuando tenga la respuesta os lo contaré.