QUIÉREME

viernes, 8 de marzo de 2019

POBREZA

   Mi amiga Laura, que nunca lleva zapatones ni abrigos de cuadros, deja su Porsche Cayenne blanco junto a la acera por donde yo paseaba. Se baja y me saluda con alborozo, como ella suele hacer. Como a cincuenta metros de nosotras hay un grupo de mujeres, parece que preparándose para la manifestación de esta tarde, hoy es el día de la mujer. Laura me pregunta si iré a la manifa pero, antes de que conteste, como ella suele hacer, añade que eso es una forma de perder el tiempo, que son cuentos para no ir a trabajar y que así va España. En la vida cada uno tiene lo que tiene que tener, y no me discutas que las mujeres somos iguales que los hombres, no, no todos somos iguales, sigue diciendo sin parar, con aire desenfadado, con aire "causal".  Siempre ha habido hombres y mujeres, pobres y ricos, y siempre los habrá porque unos no pueden sobrevivir sin los otros: si los ricos no tienen, no pueden pagar a los pobres. Añado yo, para mí, que si los pobres no trabajan los ricos no ganan, a la vez que pienso que se está yendo del tema.
   La dejo hablar porque es inútil interrumpirla, ni escucha ni le interesa lo que le puedas decir. Así que sigo pensando, para mí, sin expresarlo con palabras, que el concepto de pobreza que mi amiga tiene es muy limitado porque pobreza también es tener esas ideas que ella tiene. Yo entiendo que ella es pobre en espíritu, en empatía, en miras. Creo que solo ve lo que hay delante de sus narices. Y esto me lleva a pensar que yo también soy pobre: considero que tengo ideas superiores a las suyas en estos temas sociales, antropológicos, filosóficos...Pero hay pobrezas en mi espíritu que me causan ganas de llorar con mucha frecuencia. Soy pobre porque me faltan las fuerzas para ser feliz teniéndolo todo. ¡Que pobre!