¡ Hola Gadea ! LLevo una semana sin verte y , como creo que la próxima tampoco nos vamos a poder ver , he decidido escribirte. He pasado una semana en Jeddah, la ciudad más moderna de Arabia Saudí. Yo diría que es la ciudad del nunca y siempre, todo y nada, moderno y medieval, cutre y lujoso. Hay impresionantes y luminosos edificios rodeados de escombros, guapísimas y arregladísmas mujeres escondidas bajo sus abayas y nijab, grandes y lujosos coches circulando por grandes avenidas cortadas por obras, y con salidas y entradas con baches de veinte centrimetros. Además tienen un particular código de la circulación: hay que conducir rápido, en las rotondas, hay que cerrar los ojos y pasar, ir adelante, seguir tu camino como si no hubíese otros coches. Para coger una salida, lo mismo: giras hacia donde quieras ir , cierras los ojos por si viene otro vehículo y adelante.
El cielo casi nunca es azul, es turbio como la arena en movimiento. El aire es pesado: pesa en los pulmones y en la piel. Y el calor, sofocante, te rodea y te atrapa como en una burbuja que está a punto de hervir. El Sol quema, claro, pero no es déspota, actúa como conteniendo sus fuerzas.
Iré contando más....
(Sobre las mujeres españolas en Jeddah, ahora mismo solo puedo decir: ¡ olé !