Ayer, 19 de enero de 2018, conducía desde el colegio de mis hijos a casa. Suspiré, sin pena, ansia o deseo, solo por una necesidad física. O eso me pareció, porque al espirar, noté que con el aire que expulsaba de mi interior, salía mi pasado. Primero sentí sorpresa, después, alivio. Se me quitó un peso de encima.
Hoy, 20 de enero, vivo el presente más conscientemente: esta soy yo ahora. Ya no soy la de antes. Ha cambiado mi físico y mis circunstancias, mucho. De hecho, cada día cambian, aunque solo lo perciba en el momento en el que la tuerca gira completamente, en ese instante, en el que, la temperatura del agua llega a los cien grados y empieza a hervir. Entonces es cuando se siente ese "ya está".
Bien, pues ya está. Ya se que no quiero eso que me mantenía unida al pasado aunque me proporcionaba un estatus que sigo queriendo. Me han dicho que hay muchas formas de conseguirlo, que "los caminos del señor son infinitos". Esperaré a ver si encuentro alguno, esperaré porque no se que otra cosa hacer.
