CON EL PSICÓLOGO. Un relato de Lasantiaga.
La puerta está entreabierta, le doy unos golpecitos con los nudillos de la mano derecha mientras paso despacio. El doctor Perezcacho se levanta de su asiento y me invita a pasar y a sentarme. Es alto, calculo que está alrededor de los 50, conserva bien el pelo oscuro, ni guapo ni feo, lleva unas gafas con la montura de pasta negra lo que me parece demasiado moderno comparado con el resto de su imagen. Me tiende su mano derecha desde su lado de la mesa y yo le recojo el saludo con la mía, desde mi lado de la mesa, el de fuera, claro (así es como reciben a la perrada los médicos, los abogados, los policías, todos los funcionarios públicos que cobran de los impuestos de la perrada). Me siento y me pregunta qué me lleva por ahí. Ahora veo que lleva una alianza dorada en el dedo anular de la mano derecha y que tiene un semblante muy serio, demasiado serio, como si estuviese disgustado por algo que le acaba de pasar. Me parece que se esfuerza por centrarse y que se acomoda para escucharme o para atenderme, que no es lo mismo.
-Pues verá -le respondo-, llevo tiempo que cualquier esfuerzo físico por pequeño que sea me produce un fuerte dolor en las lumbares. A veces no puedo ni levantarme del sofá. Además ando bastante nerviosa y angustiada. No me siento bien, estoy cansada, tengo mal cuerpo y náuseas, con frecuencia. Estoy profundamente cansada desde que me levanto. Estaría todo el día en la cama. Eso es lo único que me apetece hacer: dormir. Fui al médico de cabecera y me dijo que tenía depresión y ansiedad. Me recetó unos antidepresivos que tomo diariamente pero, ni me siento mejor ni creo que sea la solución. Por eso estoy aquí, por si usted me puede ayudar.
-Y ¿duerme bien? -me pregunta.
-Muy bien. A cualquier hora del día. Llevo al niño al colegio y puedo dormir hasta la hora de recogerlo. Por la noche, él se acuesta a las 9 y media y cuando termino de recoger la cocina y preparar las cosas para el día siguiente, me voy a la cama y me duermo enseguida. Por la mañana me cuesta levantarme y hacer lo imprescindible porque solo quiero dormir, solo necesito dormir. Pero sé que eso no es normal, que eso no es vida. Yo no quiero esa vida.
-¿Y desde cuándo le pasa eso?
-Desde que mi marido se lió con una compañera de su trabajo.
-¿Cuándo fue eso?
-Hace dos años
-¿Qué edad tienes? No te importa que te tutee, ¿verdad?
-No, en absoluto. 37.
-Y yo, ¿le puedo tutear?
-Si, claro. ¿Viven juntos?
-No. Él se fue hace unos meses. No quería, pero finalmente no sé que pasó que se fue. Bueno, realmente ya se había ido desde que se enamoró de su compañera porque casi no pasaba por la casa. Venía como una vez a la semana a recoger algo y se marchama. Pero cuando le propuse dejar clara la situación, cuando le propuse que definitivamente nos divorciásemos y dejara de venir, entonces fue cuando dijo que no, que de ninguna manera. Que no se divorciaría. Dejé de hablarle, total no lo veía. Si le hacía ilusión pensar que aun estábamos juntos...........allá él. Pero ahora lleva casi 5 meses que no pasa por la casa. Hace una semana le envié los papeles para el divorcio y los firmó. Así que eso ya está prácticamente cerrado.
-¿Qué pasa con su hijo?
-Nada ¿qué va a pasar?
-Si lo ve, si pasa tiempo con él.
-No, no. Siempre ha pasado de él. Pero eso ha estado claro desde el embarazo: David es cosa mía, siempre lo ha sido.
-¿Cómo definiría a su marido?
-Ex, ex marido. Pues........es feo, muy feo, manipulador, egoísta, mentiroso, tacaño, insensible, mimado.
-Y eso ¿qué dice de ti? ¿En qué lugar te deja?