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martes, 28 de mayo de 2024

EN BUSCA DE LA TERAPIA PERFECTA

CON EL PSICÓLOGO 2. Un relato de Lasantiaga 

¿Qué en qué lugar me deja a mí esto? ¿Eso me está preguntando? Debe estar alucinando con mi cara. Es que no me puedo creer que me pregunte esto. 

-Pues imagino que me deja en muy mal lugar. Imagino que soy una tonta por haberme casado con él. Pero todos cometemos errores, ¿no? Para eso estoy aquí para que me de herramientas con las que pueda subsanar lo mal que me siento por haber cometido este error, el mayor error de mi vida. Dicho esto lo miro fijamente y tengo la sensación de que no me está escuchando, de que, o le aburro o tiene alguna preocupación que le urge más que mi historia. Se hace el silencio. Pasan unos segundos que me parecen larguísimos. Finalmente me dice:

-Bien, tráigame escrito en un papel todas sus preocupaciones, sus deseos, sus miedos. Escríbalos antes de acostarse o nada más levantarse por la mañana. Escribir es muy terapéutico y hacerlo en esos momentos ayuda a que lo que escriba sea más sincero. A esas horas su consciente no está tan alerta y es probable que su subconsciente deje escapar alguna cosa interesante que nos sirva para el próximo día. 

Pues sí que me ha despachado rápido. 

-¿Esto es todo por hoy? 

-Si quieres contarme algo más, te escucho.

-Bueno, ¿cree que lo que le he contado, esas circunstancias, me hagan sentir mal físicamente? O sea ¿cree que mi malestar físico se puede deber a eso? 

-Podría ser pero, de momento necesitamos profundizar más. Por eso quiero que me haga ese relato, para ver como lo expresa, para que me de matices sobre sus sentimientos, pensamientos, sobre sus emociones a cerca de lo que me ha contado. 

-Está bien, lo haré. Entonces ¿me voy?

-Si quieres contarme algo mas, te escucho. 

Acabo de sentir una mala leche por dentro, así por el estómago, que mejor me voy. Si, me voy. Me levanto despacio, cojo mi chaqueta que había dejado en el respaldo de la silla y le digo:

-Pues ya está entonces. Adiós, gracias. 

Me acompaña hasta la puerta y sin mirarme a la cara me dice:

No olvide pasar por el mostrador. Concha le dará hora para la próxima cita. 

Si no he entendido mal me ha dicho le dará, o sea, me ha tratado de usted cuando durante todo el tiempo que hemos estado hablando me tuteaba, como yo a él. Uy, eso no me gusta. Voy directa al mostrador. Concha está atendiendo una llamada, cuando cuelga le pido cita. Mira en el ordenador imagino que su agenda y me propone el próximo martes a la misma hora, a las 8. Le digo que sí, que está bien y añade:

-Son 115. ¿Me paga en efectivo o con tarjeta?

-Con tarjeta.

No he traído suficiente efectivo. Le pago y me voy, como si tuviera prisa. Y sí, tengo prisa para pensar en privado, sin que vea, lo caro que me ha parecido: ¿115 pavos por esto? Creí que eran 80 lo que me iba a costar. Que ya está bien 80 eurazos por lo que ha hecho pero, ¿115? Bueno, cálmate, a lo mejor merece la pena. Démosle un voto de confianza. Ha sido la primera consulta, la toma de contacto. Mae dijo que era muy bueno, un psicólogo conductista de los mejores de Madrid. Y Mae tiene buen criterio, eso sin duda. De hecho he venido porque creo en su criterio. A ella le fue muy bien. Claro que a lo mejor le fue bien porque es china y aunque se haya criado aquí, sus rarezas de china tiene. No sé, ya no sé que pensar. 

¡Ay, ay, ay, ay, ay........ casi me mato! ¡Qué hostia me acabo de dar por ir distraída! Mira esos como me miran, se estarán divirtiendo pero, no son capaces de venir a ayudarme. Me he hecho daño en el tobillo, espero que no sea nada. Es que menudo socavón hay ahí alrededor del árbol. Sí, hay que ser tonto para ir a meter el pie ahí pero si vas distraído, te lo comes. Ahora creo que también me he hecho daño en las rodillas. Uy, si me he desollao también las manos. La verdad es que no me siento bien. Me voy a sentar un rato ahí en ese banco a ver si me relajo. La consulta con ese señor me ha puesto de muy mal humor. ¿Por qué? ¿Por el precio? No, ya estaba de mal humor antes de salir de la consulta. No sé bien qué me ha molestado, qué me ha saltado los plomos. No sé. Creo que estaba ausente, que no escuchaba lo que le decía. O simplemente es que yo no estoy bien. Eso está claro: bien, no estoy. 



jueves, 23 de mayo de 2024

EN BUSCA DE LA TERAPIA PERFECTA.

CON EL PSICÓLOGO. Un relato de Lasantiaga.

 La puerta está entreabierta, le doy unos golpecitos con los nudillos de la mano derecha mientras paso despacio. El doctor Perezcacho se levanta de su asiento y me invita a pasar y a sentarme. Es alto, calculo que está alrededor de los 50, conserva bien el pelo oscuro, ni guapo ni feo, lleva unas gafas con la montura de pasta negra lo que me parece demasiado moderno comparado con el resto de su imagen. Me tiende su mano derecha desde su lado de la mesa y yo le recojo el saludo con la mía, desde mi lado de la mesa, el de fuera, claro (así es como reciben a la perrada los médicos, los abogados, los policías, todos los funcionarios públicos que cobran de los impuestos de la perrada). Me siento y me pregunta qué me lleva por ahí. Ahora veo que lleva una alianza dorada en el dedo anular de la mano derecha y que tiene un semblante muy serio, demasiado serio, como si estuviese disgustado por algo que le acaba de pasar. Me parece que se esfuerza por centrarse y que se acomoda para escucharme o para atenderme, que no es lo mismo. 

-Pues verá -le respondo-,  llevo tiempo que cualquier esfuerzo físico por pequeño que sea me produce un fuerte dolor en las lumbares. A veces no puedo ni levantarme del sofá. Además ando bastante nerviosa y angustiada. No me siento bien, estoy cansada, tengo mal cuerpo y náuseas, con frecuencia. Estoy profundamente cansada desde que me levanto. Estaría todo el día en la cama. Eso es lo único que me apetece hacer: dormir. Fui al médico de cabecera y me dijo que tenía depresión y ansiedad. Me recetó unos antidepresivos que tomo diariamente pero, ni me siento mejor ni creo que sea la solución. Por eso estoy aquí, por si usted me puede ayudar. 

-Y ¿duerme bien? -me pregunta.

-Muy bien. A cualquier hora del día. Llevo al niño al colegio y puedo dormir hasta la hora de recogerlo. Por la noche, él se acuesta a las 9 y media y cuando termino de recoger la cocina y preparar las cosas para el día siguiente, me voy a la cama y me duermo enseguida. Por la mañana me cuesta levantarme y hacer lo imprescindible porque solo quiero dormir, solo necesito dormir. Pero sé que eso no es normal, que eso no es vida. Yo no quiero esa vida. 

-¿Y desde cuándo le pasa eso?

-Desde que mi marido se lió con una compañera de su trabajo.

-¿Cuándo fue eso?

-Hace dos años

-¿Qué edad tienes? No te importa que te tutee, ¿verdad?

-No, en absoluto. 37. 

-Y yo, ¿le puedo tutear?

-Si, claro. ¿Viven juntos?

-No. Él se fue hace unos meses. No quería, pero finalmente no sé que pasó que se fue. Bueno, realmente ya se había ido desde que se enamoró de su compañera porque casi no pasaba por la casa. Venía como una vez a la semana a recoger algo y se marchama. Pero cuando le propuse dejar clara la situación, cuando le propuse que definitivamente nos divorciásemos y dejara de venir, entonces fue cuando dijo que no, que de ninguna manera. Que no se divorciaría.  Dejé de hablarle, total no lo veía. Si le hacía ilusión pensar que aun estábamos juntos...........allá él. Pero ahora lleva casi 5 meses que no pasa por la casa. Hace una semana le envié los papeles para el divorcio y los firmó. Así que eso ya está prácticamente cerrado. 

-¿Qué pasa con su hijo?

-Nada ¿qué va a pasar?

-Si lo ve, si pasa tiempo con él.

-No, no. Siempre ha pasado de él. Pero eso ha estado claro desde el embarazo: David es cosa mía, siempre lo ha sido. 

-¿Cómo definiría a su marido?

-Ex, ex marido. Pues........es feo, muy feo, manipulador, egoísta, mentiroso, tacaño, insensible, mimado.

-Y eso ¿qué dice de ti? ¿En qué lugar te deja?