QUIÉREME

martes, 12 de abril de 2016

JAPÓN, UN VIAJE EN EL TIEMPO






PERPLEJIDAD

     Sale un JEFE de ESTADO dando un discurso por la televisión vestido, no modestamente que sería correcto, sino chabacano que ya  dice mucho de él. Y cuando empieza a hablar confirma su chabacanería. Insulta a otro jefe de estado al que llama racista y basura, entre otras cosas. La gente que asiste al discurso asiente, muestra su acuerdo, apoya las palabras de su dirigente como si realmente les importase lo que dice. Yo miro con perplejidad la escena. Y pienso en la importancia de educar. Educación: desarrollar o perfeccionar las facultades intelectuales y morales de un niño, enseñar los buenos usos de urbanidad y cortesía. Hay gente educada por naturaleza, personas que quizás no sepan utilizar correctamente los cubiertos pero, saben distinguir lo que está bien y lo que está mal. Sin embargo,  la mayoría parece ser que necesita un poquito más de apoyo, algo más de orientación. Recuerdo situaciones en las que he sentido la misma perplejidad ante personas con cierta preparación académica, lo que significa que la educación y la preparación académica no son la misma cosa.
  ¿Cómo puede ser que gente mal educada dirija un país, una empresa, una institución, y millones de personas les rían las gracias y hagan posible que esos mal educados desarrollen sus carreras? Ni idea, pero podemos sacar varias conclusiones: 
Primera: la educación nos importa una mierda.
Segunda: algún dios del que nos han hablado no existe. Al menos ese que dicen que creó al hombre a su imagen y semejanza. No coincide. Dios está descrito de una forma y millones de hombres no son de esa forma.
Tercera: hay serios fallos genéticos. No variaciones como las que diferencian a las razas, sino errores en la ingeniería genética que hacen que algunas personas, por ejemplo, aplaudan las tonterias de sus líderes.