QUIÉREME

jueves, 28 de septiembre de 2023

MIERDAS VARIAS

 Estoy echada en el sofá. En frente, la televisión; está apagada y en su negro cristal se refleja el gran ventanal que hay a mi espalda; se ven los edificios de alrededor, de ladrillo rojo y aluminio blanco; justo en medio del reflejo, como enmarcada, hay una ventana, que es como todas si no fuera por su posición y porque muestra destellos de luz, como si alguien estuviera jugando con grandes espejos dentro de la habitación. ¿A quién puede interesarle esto? Vaya mierdas que escribo. Que curioso lo que veo.

lunes, 25 de septiembre de 2023

MI MADRE, MI TÍO Y SUS AFICIONES.

   A mi tío le gustaba la música, tanto que la practicó toda su vida. A mi madre, que tenía buenas manos para la costura, creo que le gustaba la pintura; digo creo porque no lo sé con exactitud. A mi tío también le gustaba criar canarios. Y por eso, de niños, casi siempre teníamos uno o dos en la casa. Recuerdo uno completamente amarillo. Gran cantor. El suelo de su jaula estaba cubierto por una tabla pintada con un bonito paisaje marinero. Creí que era parte de la jaula hasta que vi a mi madre sacarla y limpiarla. Le pregunté y me contesto que lo había pintado ella, que curiosamente era del mismo tamaño que el culo de la jaula y que le era útil porque evitaba que la porquería producida por el pajarito cayese al suelo. Me quedé pasmada: ¿cómo yo no sabía que mi madre pintaba tan bien?, ¿cuándo lo pintó?, ¿dónde?, ¿cuántos años tenía?, ¿cómo no pintó más?, o ¿lo hizo y los puso en el corral y se los comieron las gallinas?, ¿cómo no lo colgó en la pared?, ¿cómo optó por utilizarla como recogedor de las cacas y los desperdicios de la comida del canario? 

¿Cuántas veces desechamos una buena idea?

¿Cuántas veces desestimamos nuestros talentos?

¿Cuántas veces desaprovechamos una oportunidad?

¿Cuántas veces nos rendimos antes incluso de intentarlo? 

Y si lo intentemos y sale mal ¿hay que seguir intentándolo? ¿Y qué si nos rendimos? Cuando no se puede no se puede. Esta idea no es fatalista, no, es tranquilizadora. ¿Qué pasa si dejo de luchar contra el viento? Me temo que no pasa nada, nada de nada. En todo caso te quedaran fuerzas para emplearlas en otras cosas. Eso creo que hizo mi madre, que murió hace treinta y seis años y a la que recuerdo hoy y todos los días; mi madre optó por emplear su talento en cosas más prácticas para su mundo, para su entorno.