QUIÉREME

sábado, 24 de agosto de 2013

PERDÒN

     Dos meses hacía que no veía a Gadea. Ella tiene esas cosas: a veces desaparece por unos días, por unas semanas e incluso por unos años. Luego, como ahora, llama a la puerta y pasa a casa con una sonrisa, como si nos hubiésemos visto ayer mismo.
    Nos sentamos, tomamos café y......charlamos.
    Dice Gadea que en los últimos meses ha tenido que pedir perdón varias veces. Una fue por usar palabras contra una persona sabiendo que le iban a hacer daño. " Solo quería desahogarme. Sentía que ella llevaba tiempo atacándome y quise, por una vez,  atacar yo, aunque según me iban saliendo las palabras de la boca, iba entendiendo lo injusta que estaba siendo" .
   " Las otras veces que he tenido que pedir perdón han sido por cosas más delicadas, en concreto por bocazas. Si, tengo ese defecto, soy una bocazas. Cuando hablas de una persona, cuando cuentas lo que hace o dice,  la haces vulnerable, más vulnerable ante los demás ". Piensa, me decía Gadea, que "siempre, esa información va a ser utilizada en su contra, se trate de lo que se trate, aunque aparentemente estés exaltando sus cualidades, en algún momento será utilizada en su contra. Las relaciones cambias y en ese cambio la información que tienes sobre alguien también puede cambiar y lo que hoy te parece simpático mañana te puede parecer despreciable. Siento mucho mucho haber caído en esa ingenuidad y ojalá no vuelva a tropedar con la misma piedra. Ojalá pueda ser más prudente y no contar nada a nadie de nadie. Y no me refiero a grandes temas como amantes, herencias o relaciones familiares truculentas, eso es fácil callarlo. Me refiero a cosas cotidianas de las que hablas para descargarte de ellas, cosas de esas de: mira lo que me ha dicho, mira lo que me ha hecho, te parece que viene y me dice......
    Bueno," voy a ser sincera ", me dice Gadea,  cuando yo me estaba creyendo absolutamente todas sus palabras.  " La verdad es que también he contado alguna vez grandes cosas a los demás, grandes cosas que no tendría que haber contado, eso si, no eran de nadie, eran mías y me arrepiento. Ojalá me pudiera perdonar porque cuando lo recuerdo, como ahora, me da una punzada en el pecho para que recuerde que nunca más, que hay cosas de las que no hay que informar ni al mismo Ángel de la Guarda.  

viernes, 23 de agosto de 2013

Hi Jeddah !

        Jeddah, podría ser un nombre de mujer, suena bien para un oído europeo. ¿ Cómo sonará a las mujeres de aquí ? Difícil saberlo, aunque no descarto tener respuesta a esta pregunta dentro de unos meses.
       Si hay algo carcaterístico de esta ciudad, algo evidente que se despliega delante de tus narices como un gran lienzo, es la imagen de las mujeres: media hora antes de que el avión aterrice en el Aeropuerto Internacional King Abdulaziz, locales y extrajeras, se cubren de negro. Las locales tapan todo su cuerpo, hasta los ojos, como si,  por una rendija de la ropa se pudieran escapar sus valores morales y sus ideas de vida. Las extranjeras solo tapan su cuerpo, la cabeza la dejan al descubierto para que se note que no comparten esa imposición. 
     En Jeddah,  todas, todas las mujeres visten de largo y de negro pero,  hay diferencias: las hay que solo llevan destapados los ojos, las hay que incluso se cubren los ojos con otro pañuelo más y si, las hay que llevan la cara descubierta. Estas últimas son una minoría y a primera vista parecen mujeres jóvenes, acomodadas y con estudios,  o al menos,  con cierta educación académica. Las mujeres de Jeddah que llevan la cara descubierta tienen un rostro bonito, muy cuidado, marcadamente maquillado. Y tienen una mirada orgullosa, imagino que necesariamente orgullosa para poder convivir entre semejantes sin rostro.  Destaparse la cara en esta ciudad tiene que ser como desarmarse: si me ves la cara te puedes hacer una idea, equivocada o no, de como soy. Si no me ves la cara,  no te doy ninguna información sobre mi, te dejo en desventaja. Aquí,  Flora Davis lo hubiese tenido más difícil para escribir sus teorías sobre la comunicación no verbal.