Sadasiva jamás hablaba una palabra ni usaba ropa. Una mañana, el desnudo yogui entró sin
ceremonias en la tienda de un jefe musulmán. Sus mujeres chillaron alarmadas; el guerreo
asestó con su espada un salvaje golpe a Sadasiva, cuyo brazó quedó cortado. El maestro se
marchó sin preocuparse. Dominado por el remordimiento, el musulmán recogió el brazo del
suelo y siguió a Sadasiva. El yogui insertó tranquilamente su brazo en el muñón sangrante.
Cuando el guerrero le pidió humildemente enseñanza espiritual, Sadasiva escribió en la arena
con el dedo:
“No hagas lo que quieres y entonces podrás hacer lo que deseas”.
El musulmán alcanzó un elevado estado mental y comprendió que el paradógico consejo del
santo era una guía hacia la libertad del alma por medio del dominio del ego.
Fragmento de "Autobiografía de un Yogui" de Paramahansa Yogananda