QUIÉREME

domingo, 15 de septiembre de 2013

S/T

Me dice mi amiga Gadea Díaz esta mañana:
-¿Sabes qué? Anoche vi a mi vecina, entre un tumulto de gente,  que entraba en la iglesia. Iba con mantilla. Yo me iba a la cama porque era de madrugada. Un gato se lamía las patas y a mí me daban pinchazos en el corazón. Tenía una navaja vieja con la que no podía abrir el envoltorio de unas sardinas de cuba. Luego,  abrí una puerta, intentado huir, y estaba el mar más azul que jamás he visto, me impresionó muchísmimo y mi marido me dijo que era una sorpresa para cuando despertara. En una orilla había un puñado de peces azules muertos. Estaba en la sala de espera de un hospital, no estaba segura pero parecía que mi madre podría estar allí. Esperé y esperé y finalmente fui a buscar a mis hijas al colegio. Llegué tarde, las habián dejado salir solas y no las encontré, solo vi a mi sobrino que parecía a salvo en algo como un bar. Le dije: no te muevas de ahí hasta que yo vuelva. Seguí andando por una ciudad que no conocía. Para cruzar hasta donde estaban las cafeterías, donde una amiga me decía que vendían un desayuno buenísimo, había que atravesar un canal como de dos metros de ancho. ¿Qué profundidad tenía? ¿ Se podía pasar andando ? Los niños lloran y no se explicarles que no tienen motivos para llorar, que son afortunados, no lo ven, estan sentados en el suelo en una habitación y más tarde me doy cuenta de que no se quien son. Me voy. Camino por una ciudad que no conozco.
-Pienso: o Gadea se ha vuelto loca o yo, tonta.
Cuando tenga la respuesta os lo contaré.

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