-Félix: ¿El músico?, no, no lo dejaste
por mí. Cuando yo te conocí ya no
lo querías, decías que te hacía la vida imposible, que ya no aguantabas más,
que se había convertido en un desconocido y que cada vez te exigía más, que no
te dejaba respirar. Yo sólo te ayudé a dejarlo, te di la fuerza y la confianza
que necesitabas. Pero no lo dejaste por mí. ¿No te habrás arrepentido?. ¿Qué
hacías tú con un tipo con esas pintas?. Tu no tienes nada que ver con él.
-Caniche:
oye, no te pases, yo también he nacido y me he criado en el mismo barrio y si
él te parece un barriobajero, por
esa regla, yo también lo soy.
-Félix:
no es verdad. Tú tienes tu carrera y un trabajo en una empresa importante..
-Caniche:
si, un trabajo en una empresa importante, pero un trabajo temporal. Mañana se
cansan de mí y me dan una patada en el culo.
-Félix:
confía en mí. Si pasara algo ya veríamos lo que podría hacer el sindicato, tu
sabes que les iba a costar trabajo echarte estando yo de presidente. Tú confía
en mí. Pero me estas cambiando el tema. ¿ Me vas a hacer la lista esta tarde?.
Caniche que tiene una voz chillona y
desagradable grita: ¡ no te voy a hacer una lista de mis amantes, ni a ti, ni a nadie !
No
pasan cinco segundos cuando se oye un fuerte portazo. Me gustaría ver la cara
de Félix en este momento. No se oye nada durante un buen rato. Supongo que
estará pensando como solucionar este conflicto. Estará inventando frases
bonitas y conmovedoras para arreglarse con ella. Siempre, ahora también, me pregunto cómo serían sus
reconciliaciones. Lo más probable es que fueran con palabras, hablando. Félix
se las pinta solo para inventar argumentos e ideas a su favor, argumentos que
te hacen sentir culpable de algo que no has hecho. Claro que cuando ya lo
conoces, cuando conoces sus argucias , en cuanto abre la boca, sabes que
está en proceso de creación de una
teoría con la que te va a atacar para defenderse, claro está. Cuando eres capaz de reconocer ese
momento, estás salvado. Caniche parece que todavía no lo ve.
Se
fue enfadada y Félix la volvió a llamar por teléfono. Cuando descolgó dio a
entender que había cogido el coche y que ya estaba cerca de Madrid. Él, educado
y amable, sin llegar a ser empalagoso, que yo creo que ni aunque quisiera
sabría como serlo, le pidió que volviera y ella volvió, sin más. ¡Que fácil!.
Eso ¿será amor? Desde que suena el
timbre hasta que hablan pasa un buen rato. Debe ser que ninguno de los dos
encuentra la forma de expresar lo que sienten. Imagino que uno quiere pedir
perdón, sin pedirlo, para tranquilizarla. Y la otra no sabe como decirle que lo
quiere pero que no acepta esas peticiones tan extravagantes como
estúpidas.
Seguidamente descubrí que ninguna de
estas suposiciones se correspondían con la realidad. Sin ninguna razón
consciente rebobiné y volví a escuchar el silencio, volví a escuchar ese buen
rato sin palabras que la grabadora guardaba. Y me reveló, esta vez si, la realidad; en su momento escuché esa grabación una y otra
vez, todas oí lo mismo y todas pensé lo mismo, pero ahora veo, oígo, sé claramente , que en ese
rato estan haciendo el amor. Una mujer pensaría que Caniche debe ser muy
apasionada. Un hombre tendría claro que, con las tetas de Caniche, no cabe otra cosa que una reconciliación
con sexo.
Y yo no hago más que darle gracias a Dios
por haber conocido el sexo y el amor y la pasión, porque, si sigo
con Félix , la Iglesia Católica me hace Santa, Santa Gadea. Y por cierto, el
libro de Juan Rulfo se quedó en aquella casa; fui a por un libro y me traje una
grabadora que contenía ……… otra
historia.
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