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jueves, 27 de octubre de 2022

MARGA ANTE EL ESPEJO. ALGUNOS SOMOS MARGA.


Marga se está despertando de un sueño raro; poco a poco su conciencia se va abriendo camino hacia el despertar; le resulta fatigoso, como si estuviera limpiando con una hoz la maleza que le impide avanzar en medio de un bosque. Y entre parpadeo y parpadeo acaba despertando completamente. 

Se levanta sin entusiasmo; siente que ha pasado mucho tiempo en la cama, tantas horas que el cuerpo se ha acostumbrado a estar en horizontal y ahora la verticalidad le duele. Se dice que es solo pereza y que a la pereza se la vence ignorándola. Se pone en pie y se dirige al baño. Se sienta en el inodoro para atender a su primera necesidad, vaciar la vejiga; ahora se coloca delante del espejo, sin un claro propósito; levanta la vista y durante el primer segundo no se reconoce y pasado ese instante, un grito contenido le sale desde el pecho y desde más abajo, desde las entrañas, le nace un escalofrío que le recorre todo el cuerpo. 

La figura que refleja el espejo es ella pero con 10 o puede que hasta con 20 años más. Se toca la cara; quiere comprobar que siente sus manos en su rostro, que es ella y aunque está asustada y nerviosa, puede que el contacto de su piel con su piel la saque de esto que no puede ser mas que una pesadilla. 

Quiere volver a dormir, como para dar marcha atrás y despertar sin errores. Se vuelve a la cama convencida de que todo es un mal sueño. Se tapa hasta la cabeza y se acurruca sobre sí misma. Se dice: duérmete y cuando vuelvas a despertar todo será como antes: tu rostro será el de ayer, el de los 48 años, y ese de 60 o 70 que acabas de ver, llegará a su debido tiempo, dentro de 10, 15 o 20 años. 

No sabe si duerme, si sueña, si alucina. Cuando considera que ha pasado un tiempo suficiente, se vuelve a levantar y esta vez pasa al baño llenándose de valor y sacudiendo sus brazos como para desprenderse de las malas energías. Entra, se mira al espejo y ahí está de nuevo su envejecido rostro, su cara con 60 o 70 años ¿cuántos serán?; no sabe cómo calcularlo porque no sabe cómo ha ocurrido: ayer, cuando se acostó tenía 48 años. ¿Qué ha pasado? 

Le viene a la memoria Gregorio Samsa, el joven que una noche se transformó en escarabajo. Marga había leído su historia y en la lectura fue capaz de compartir con él su zozobra. Pero, se dijo: esto no es un relato literario, esto está pasando de verdad. Pensó en qué dirían cuando la vieran los de su casa, los de la oficina, sus amigos, sus conocidos. Y ella no podría darles ninguna explicación: así soy ahora, tendría que decir. No parecía difícil, lo complicado sería asumir la perdida de tantos años: ¿dónde se han ido?, ¿los he perdido o me los han robado?   






lunes, 18 de febrero de 2013

LAS MENTIRAS SOBRE LAS MUJERES QUE RONDAN LOS CINCUENTA

     Me decía mi amiga Gadea esta mañana que, con frecuencia,  recuerda que su madre pasó unos años que casi siempre estaba enferma. Rondaba los cincuenta. Yo recuerdo que a esa edad mi madre también estaba siempre pachuca; cuando no era gripe era un cólico, cuando no, vértigos o una infección de no se que. Me preguntaba Gadea :
- ¿ has observado que además,  sin tener una enfermedad diagnosticada,  siguen mal ? Dice Gadea:
- tú le preguntas, a tu tía por ejemplo:
- ¿ cómo estas tia ? y te contesta:
- mal hija mía, algo tengo que tener, no valgo "pa na". Si no puedo ni hacer las camas. El médico me dice que estoy bien, que son cosas de la edad. Que no saben, porque algo tengo que tener.
Y tú te ibas preocupada, pensando si realmente tendría algo grave que los médicos no acertaban a ver. Y pasa y el tiempo y ahora tienen sesenta y están como rosas. Las mujeres que me rodean, todas, han pasado por eso. Y lo que me preocupa, dice Gade, a es que me voy aproximando a la EDAD y a los síntomas; cuando no me duele la cabeza, me duelen los ovarios, las piernas, me mareo, tengo naúseas.
 Y yo me pregunto ¿ es físico ?, ¿ solo físico? ¿ influye que solo he conseguido pongamos un 25 por ciento de los sueños que tenía a los veinte ? La sociedad te enseña que a partir de los cuarenta y tantos ya lo tienes todo hecho, que lo que no has hecho ya, debes olvidarlo porque la gente mayor ya no es interesante, ni atractiva. A no ser, claro, que seas un tipo millonario, es la excepción. A mi, personalmente no me gustan los tipos maduros, aunque tengan dinero. Y añado que,  a esa edad, te quedan años suficientes para decirles a algunos : "chincha rabilla".  Que no te nublen las mentiras. Hay muchas mentiras que nos las han repetido tanto, tanto,  que las confundimos con verdades.