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lunes, 30 de septiembre de 2019

LA META

¿Hacia dónde voy?
¿Hacia dónde vamos cada uno de nosotros?
Sé que mañana, lo más probable, es que esté en el mismo sitio que hoy, que, más o menos,  haga las mismas cosas que hoy, que esté con las mismas personas, que tenga los mismos anhelos, las mismas penas. Y mañana, respecto a cualquier otro día de dentro de una semana, un mes, un año, cuatro años, será lo mismo: estaré en el mismo sitio, con la misma gente, con los mismos sueños y las mismas pesadumbres.
Pero, ¿hacia dónde voy? ¿Cómo me iré transformando física y mentalmente?¿Cómo será mi estado existencial? ¿Que pensaré? ¿Que querré? ¿Cúal será mi estado final?
Las palabras me resultan insuficientes para expresar exactamente lo que quiero expresar; es como si yo tuviera que atornillar un tornillo con cabeza cilíndrica y solo tengo atornillador para tornillos con cabeza Phillip. Se puede hacer pero el resultado.... no va a ser bueno. Con el lenguaje pasa lo mismo: te puedes expresar pero, hay veces, que es una herramienta, insuficiente. No llega a donde tiene que llegar. Por su propia naturaleza, por sus propios límites.
Haciendo un ejercicio de imaginación también te puedes aproximar a ese sitio. Y delante de un espejo  te puedes ver dentro de unos años, pero está claro no será exactamente así, porque hay cosas que escapan a la imaginación humana, a la predicción, a la inteligencia y hasta a la intuición que, en este caso, puede que sea el recurso más eficaz que tenemos.
¿Hacia qué estado me dirijo?

martes, 21 de junio de 2011

LAS VERDADES QUE TODOS CONOCEMOS

Todos sabemos que "el dinero atrae al dinero", que "en perro flaco todo son pulgas", que "las desgracias no vienen solas", como las alegrías.  Dice mi amiga Gadea Díaz que deberíamos prestar más atención a esas frases que tantas veces hemos oído y otras tanta hemos despreciado por su popularidad. Dice,  que a veces, se ha sentido sorprendida cuando de pronto se le ha revelado el significado de frases como esas,  o incluso,  de los cuentos clásicos con los que todos hemos crecido, cuentos como Cenicienta,  Caperucita  y todos esos de príncipes y princesas.  Me ha contado que,  a veces tiene la sensación de no haber escuchado nunca, que a veces ha sentido que todo lo que decían nuestros mayores estaba en clave,  que le parece perverso el esfuerzo que nos piden de niños para entender los mensajes de los cuentos y de las palabras en general. Y lo peor es que eso no cambia nunca. De mayores los mensajes que recibimos de nuestro entorno siguen estando en clave. Pero, entendido uno, entendidos todos. Por ejemplo: " el dinero atrae  al dinero", eso significa que el dinero atrae al dinero, nada más.