GRACIAS

     Me parece una buena costumbre bendecir la mesa. Me parece una buena cualidad ser agradecido con la gente; nadie tiene por qué echarte una mano y si lo hace, genial, es digno de agradecer.  Creo que generalmente no agradecemos, de verdad; quiero decir que, si, damos las gracias pero como muletilla ,  porque es de buena educación decir la palabra gracias, no porque realmente sintamos ese agradecimiento. En general pensamos que merecemos lo que están haciendo por nosotros. Hay momentos en los que me abruma la cantidad de favores que una amiga, una hermana, una cuñada, una vecina, pide a otra amiga, otra hermana, otra cuñada, otra vecina,  sin el mayor reparo, casi como si pidiera una barra de pan o una pizca de sal. Otras veces me abruma la calidad del favor que se pide. En estos casos, cuando se trata de algo que exige tiempo y logística, entonces, si accedes dos veces, se convierte en común. ¿No? ¿ No os ha pasado? Bueno, esto va de lo contrario, de agradecer las cosas que, los que nos rodean,  hacen habitualmente por nosotros, desde un beso porque si, a acompañarte a hacer la compra después de una jornada larga de trabajo y de haber dormido dos horas. El tiempo, la rutina, esconde a nuestros sentimientos, esas actitudes y terminamos por no verlas. Pasa con demasiada frecuencia: cuando alguien cocina para ti, o compra el pan que mas te gusta, o mantiene una estancia ordenada porque así la prefieres, a esas cosas me refiero.
  Si, hay otras como,  por ejemplo que alguien te diga dónde están buscando gente, llevas tu currículum vitae , te dan el puesto y se convierte en el trabajo de tu vida. Pasa. Y conocozco quien ni saluda a quien entregó a la persona adecuada,  en el momento adecuado ,  su currículum, de forma desinteresada,  cuando no le debía nada, ni amistad. ¡Que fea personalidad! ¡No me gusta esa gente!

A la gente que si me gusta: GRACIAS. GRACIAS POR LO QUE NO OS HE AGRADECIDO MERECIDAMENTE.