QUIÉREME

sábado, 7 de noviembre de 2015

UNA CAJA DE BESOS

Gadea abrió uno de los ciento cincuenta embalajes que el camión de la mudanza dejó en el salón de su nueva casa. Dentro de ese envoltorio, abierto al azar, encontró tres fotos y una cajita de madera pintada color azul celeste. Eran la foto de su madre, muerta joven y bellísima, la foto de un trabajo lleno de promesas, y la de un falso amor, mentiroso, que le descontroló la brújula y le indicaba norte cuando quería decir sur. La caja contenía quinientos recortes de papel, con forma de labios, color carmín. Leves como “el ser” y poderosos como un arma de fuego que puede quitar la vida, dispararon una bala de plomo contra las fotos. Y se murieron las dudas.   

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