QUIÉREME

martes, 7 de junio de 2011

SABER RECIBIR

        Hay quien no sabe llorar y hay quien, va más allá,  y no sabe mamar. El otro día leí un texto que contaba esto: un obispo anciano invita a cenar a un grupo de sacerdotes jóvenes. El obispo,  que casi no  puede andar,  se levanta para servir agua a sus invitados y todos se niegan, todos aseguran que no quieren agua para no cansar al anciano. Pero hay una excepción, uno de los curas jóvenes le acerca el vaso para que le sirva el agua. Y resulta que el anciano se siente feliz de dar y contento de que alguien lo haya aceptado.
       Yo, puedo decir que cuando compro un regalo no puedo esperar para darlo. Me gusta hacer regalos. Y también me gusta recibir regalos. Pero mi amiga Gadea Díaz dice que no se trata de eso. Dice que a veces levantamos un muro ante nosotros mismos para no recibir ciertas cosas, o no recibir de ciertas personas, o de ciertos sitios. Es un muro filtro, un muro que deja una puerta abierta a un regalo de un amigo pero que,  muchas veces,  no permite que recibamos un objeto valioso, o dinero, o ayuda. El muro que no nos deja recibir está hecho de orgullo, esto es: "arrogancia, vanidad, exceso de estimación propia, que a veces es disimulable por nacer de causas nobles y virtuosas".  La palabra "orgullo" no suena mal pero no trae más que problemas. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario