Veo el kilim afgano, gran trabajo.
Imagino dos manos rápidas,
hábiles, oscuras y resecas.
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Tristeza líquida y azul
imparable como agua de río
camina siempre hacía su destino.
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Una idea repentina me desvela.
Viven en un mundo sin puertas
sin gobierno. Tampoco tienen afectos.
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¿De dónde salen las ganas?
¡Revélamelo Dios!
¡Iré a por ellas arrastras!