QUIÉREME

martes, 16 de diciembre de 2014

EL CHIPIRÓN

    Anoche soñé que me daban un premio. Estaba sobre un estrado y enfrente tenía un atril. A mi izquierda, el presidente de todo aquello, se aproximaba a mí, sosteniendo una almohadilla de terciopelo negro, sobre la que descansaba mi premio. Cuando llegó a mi lado, yo, con un estupendo vestido y un peinado casual de peluquería, veo, que lo que traía el señor presidente encima de la almohadilla, era un chipirón, muerto y limpio. Se suponía que yo lo tenía que coger con mis manos, pero no podía. Me quedé estupefacta. El señor presidente me pedía con su mirada que lo cogiera, y yo, miraba a él, al chipirón y al público, atónita,  porque parecía que nadie se daba cuenta de lo que estaba pasando: ¡un chipirón no es un premio!. Un chipirón es una cosa que alguna vez estuvo viva en el mar y algunas especies, como la humana, se lo comen frito o en salsa de tomate. ¡Un chipirón no es un premio!
     De repente, un ágila baja volando del cielo, agarra al chipirón con sus garras,  y se lo lleva, marchándose por donde había venido. ¡Que alivio! ¡Algo de cordura en esta situación !, pensé. Me libré de recoger el premio. Y el señor presidente empezó a ponerse histérico por el imprevisto que ,según él, arruinó la ceremonia, y según yo, me salvó de hacer lo que no quería hacer. Con cara de felicidad, le decía: no se preocupe, me doy por premiada, estas cosas pasan. ¿ Quien iba a pensar que un ágila nos robase el premio? El público, en pié exclama: ¡¡¡ohh!!!, ¡ohhh!! La entrega de premios se dió por concluida y me fuí, con ese cierto sentimiento de soledad,  que te da la certeza de que todos, menos tú, estaban equivocados. Todos, menos yo, parecían convencidos de que un chipirón era un premio estupendo. ¡Allá ellos! ¿Que podía hacer?



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