QUIÉREME

lunes, 10 de noviembre de 2014

EL PARAÍSO DE GADEA

Gadea llega a casa la última. Es poco frecuente, sucede una o dos veces al año. Son algo más de las doce. Una lámpara encendida en el salón le da la bienvenida. Pasa a la cocina y bebe agua. Apaga la luz y enciende la del pasaillo que le lleva a su habitación. Las puertas de los dormitorios están abiertas, tres y la suya, cuatro. Se cambia, se lava los dientes y se acuesta,  a oscuras. Poco a poco las cosas del dormitorio se van presentando, ya puede ver casi todo en la oscuridad. Oye la respiración  de su marido que duerme. Oye como sus hijos cambian de postura en la cama. Y en tanta calma y junto a ellos,  se siente feliz. "Mi hogar es el paraíso" piensa. "He estado bien fuera pero mi hogar es el paraíso. No conozco nada mejor. ¿Hay algo mejor ? ¿ Hay algo que pueda producir más bienestar ? ¿ Se puede pedir más? " .
Se le vienen a la cabeza algunos amigos cuyas carreras han ido bien, amigos con éxito profesional, amigos con un envidiable nivel adquisitivo, amigos con casas preciosas pero, " ninguno tiene lo que tengo yo, ninguno. Tengo amigos que merecerían conocer esto, que merecerían pasar de vez en cuando por el paraíso".

MANUELA

    Manuela González García-Caro siempre fue mayor, siempre parecío tener " más de cincuenta".  Cuando dos de sus conocidas se juntaban y salía a relucir Manuela, una, siempre preguntaba a la otra: ¿que edad tendrá ya? La respuesta era: "más de cincuenta" . Alguien dijo alguna vez que Manuela debía rondar los cincuenta cuando a penas rebasaba la treintena.
    Ahora Manuela pasa horas sentada en su mecedora en el porche de casa. Es un porche grande, con baldosas de trerrazo rojo y barandilla de madera oscura. Se sienta mirando a la calle: delante tiene su jardín y el portón de hierro. Detrás de su mecedora hay dos grandes ventanales protegidos por robustas rejas. Y al rededor del porche, hay macetas grandes y pequeñas con platas sanas y rebosantes de flores, sobre todo en primavera. Manuela lleva puestos unos vaqueros, zapatillas de deporte negras y una camiseta cualquiera. En invierno, encima de su camiseta cualquiera, un jersey cualquiera y, si el frío aprieta, se cubre las rodillas con una manta que deja sobre el respaldo de la mecedora hasta bien entrado el mes de junio.
     Manuela recibe visitas. Es una mujer simpática, natural; desinteresada en aparentar lo que no es, sin sinterés por parecer que tiene lo que no tiene. No esconde nada. O al menos, nada que nadie deba saber. Quienes la conocen más íntimamente, hablaron mucho, en su momento, sobre una relación, más o menos duradera, y más o menos intensa, entre Manuela y su primer amor, ese de los dieciséis. El tema fue motivo de muchas conversaciones porque, Manuela y su primer novio, eligieron consumar su pasión cuando él era el marido de la mejor amiga de Manuela. Nadie, sin embargo puede confirmar que aquello pasara. Lo que si parece confirmable es que, aparte de la supuesta, no tuvo ninguna otra relación. Alguien me contó que es una conversadora excelente pero que cuando se trata de hablar de amor,  se vuelve muda.
    Manuela ronda los setenta, y sentada en la mecedora de su porche, se balancea y lee. Mientras,  dos jovencitas pasan por la acera y la ven a través del portón de hierro. Una le dice a la otra: ¿conoces a esa mujer ? ¿ que edad tendrá? Y la otra responde: debe tener " más de cincuenta ".

viernes, 7 de noviembre de 2014

EL ESPACIO DE CADA UNO

     A veces veo,  como cada uno,  tenemos un espacio determinado. Algunos tienen un espacio grande, en tal caso,  pasan su vida en distintos países del mundo. En otros casos, su espacio es pequeño, y su vida transcurre, por ejemplo, en su ciudad natal. Además, a veces veo, como cada uno tenemos un potencial para hacer cosas, un potencial único, diferente pero,  predeterminado, es decir, que no puedes hacer más ni menos. El libre albedrío, la capacidad de elección, la voluntad para actuar, está limitada. Quizás la popular frase: "no se le pueden pedir peras al olmo",  podría servir para explicar parte de esta idea. Si uno de nosotros ha nacido para ser Cervantes o Shakespeare, lo será. Si ha nacido para ser un escritor menor, lo será,  y escribirá  lo que tenga que escribir, que aunque no sea tan popular, será lo que tenga que ser. También los hay que plagian. De estos no conozco la utilidad, como tampoco conozco cual es el valor  ( salvo el beneficio propio) de los corruptos, ladrones, o criminales en general. Pero creo, que están programados para ello. Algunos son los suficientemente inteligentes como para esquivar esas tendencias, pero en general, no pueden. No pueden ir contra su propia naturaleza. ( Y que esto no se interprete como justificación, ni mucho menos ).  Como tampoco pueden ir contra su naturaleza los destinados a hacer algo grande,  bonito, útil: los baches se convertirán en trampolines, las curvas en líneas rectas y cualquier obstáculo desaparecerá como un espejismo. Si estás destinado a ser Miguel Angel o Rafael, lo serás, si Al Capone, también lo serás. Y en el gran engranaje que sería el mundo, los que estamos ahí en medio,  que ni para un lado,  ni para otro, también tenemos nuestro papel. Quizás alisando el camino, o sea, haciendo lo que tenemos que hacer,  para que otro pueda hacer lo que tenga que hacer.  
Con esto no quiero decir que el esfuerzo no sirve de nada. El esfuerzo es, no sé, ¿ el 90 % del éxito ? La diferencia entre unos y otros está en que,  si tú eres un arquitecto, el esfuerzo que empleas en la arquitectura, se convierte en placer y eso hace inmedible el trabajo duro.

viernes, 31 de octubre de 2014

INVERSIÓN EMOCIONAL

    Algunas veces, Gadea me ha contado que no le gustan las bodas, pero no había compredido hasta que punto le desagradan. Me ha vuelto a hablar de ello,  y me dice que hasta le pueden provocar dolor de estómago. ¡Esto ya me parece muy serio!, le respondí. Claro que cuando sucede esto último, lo del dolor de estómago, es cuando a la boda le acompañan otras circunstancias como,  desconocer a los novios,  ir acompañada de "no amigos", gente como Candidez, Muslos grandes, Sobrado o Aventurero, personas que si, pero no.  Otras circunstancias menores, pero no por ello menos importantes,  es no llevar los zapatos adecuados. Y en el fondo,  quizás,  el deseo de no ir, y el sentimiento de "este sitio no es mi sitio".  Cualquiera puede entender que hacer algo contra tu voluntad puede provocar dolor de estómago. Pero, hay personas que saben sobreponerse a cualquier circunstancia adversa, e incluso crecerse y mostrarse a los demás como "aquí estoy yo". Las admiro. Pero Gadea me dice al respecto que ella no puede luchar contra su forma de ser, de pensar, ni mucho menos desatender sus sentimientos, " superan mi voluntad ", apunta. A veces, dice,  "creo que, el hecho de que tus sentimientos siempre sean los más fuertes es pura imadurez, y esto me hace sentir peor aun ".
  Después de poner sobre la mesa estas ideas llegamos a la conclusión de que, efectivamente hay que intentar sobreponerse a los malos sentimientos, no dejar que te puedan. Tu mandas, tu llevas el coche por donde tu quieres, no al contrario. Y, muy importante, tienes que invertir tiempo, el que sea necesario, en adquirir los zapatos adecuados, hay que desechar las excusas, que no son más un escondite para la pereza,  como no puedo gastar en eso, no merece la pena, ¡total para un día! La cuestión es que un día, un momento bueno, puede dejarte satisfacciones que a la larga son beneficios, beneficios emocionales y cuyo alcance puede ser mucho más grande de lo que imaginas. Es una inversión emocional. Algo que algunos necesitan más que otros, claro. 


lunes, 27 de octubre de 2014

LA DIFERENCIA

   Dice Gagea: " Hoy he sentido la diferencia. Hay veces que me pasa desapercibida pero, hay momentos,  en los que, la diferencia es parte de mi consciencia continuamente. Me gustan los vestidos negros largos pero, no los que están destinados a ocultar. Me encantan los fulares aunque, si su finalidad es esconder, entonces los rechazo. Me gustan las personas de mi mismo género, pero me disgustan si se creen en posesión de la verdad. Y las personas del otro género tienen mi aprecio, siempre y cuando no se crean superiores, y aquí, parece que todos son así, elevados. Esos que llevan escrito en la frente, yo mando, provocan mi rebeldía. Aquí, las cosas que no me gustan están más definidas, son fáciles de reconocer porque llevan distintivos, van pintadas de blanco, de negro.
    Admiro a la gente que piensa por si misma, a la gente que defiende una idea con sus propios razonamientos y experiencias, y también me valen como argumento las sensaciones y corazonadas, siempre que sean sinceras. No me sirven los discursos aprendidos y repetidos, y defendidos como si fueran propios y absolutamente verdaderos. Si desde que naces, te repiten una y otra vez, varias veces al día, que si comes pollo te salen plumas, puedes terminar creyéndolo. Pero no es una condena perpetua. Existe un arma contra eso. Tenemos un órgano de color gris, dónde algunos piensan que se encuentra el alma, que produce preguntas y preguntas. ¿ Y cómo puede haber quien no lo use ? ¿Qué cosa tan poderosa puede anular el funcionamiento de ese órgano? Quizás el miedo, la comodidad, la obstinación.
    A veces me siento diferente aquí y allí. A veces me gusta. En ocasiones es pesado el continuo desacuerdo.

domingo, 26 de octubre de 2014

IMPRESIONES

   Gadea me hablaba hace unos días de una persona nueva en su entorno. Se llama María Dolores pero todos la llaman Mariló. En su watsapp aparece simplemente como Lo. Y seguro que tiene un apellido muy largo. Mariló quiso ser profesora de literatura pero, "sus cosas" y que no tenía necesidad de trabajar, la obligaron a quedarse en casa. Esto fue un fastidio porque Mariló es la perfecta mujer de "sus cosas", no de "su casa"; no le gusta cocinar, o quizás lo que no le guste es comer, aunque yo diría, que lo que no le gusta,  es engordar y, si no cocinas,  y tienes la nevera vacía, quieras que no, ayuda a mantener el peso, bajo. Mantenerte guapa también es cuestión de tiempo; la peluquería, maquillaje, manicura, pedicura, hidratación diaria..todo esto lleva horas, demasiadas si eres tú quien se ocupa de la casa.También me contó Gadea que a Mariló le encantan las novelas de misterio y de amor. ¿Hay novelas de misterio y de amor que están muy bien escritas, no? Me preguntaba Gadea. ¡Seguro!, le contesté.
     Gadea siguió contándome que a Mariló le gusta la gente que se parece a ella: la gente alta, guapa, arreglada y de buenos modales. Y yo pensé: ¡ya estamos!, todos son conceptos subjetivos menos los buenos modales. Cualquier persona por debajo de mi estatura, me resultará baja. Cualquier persona con un tono de piel más oscuro que el mio, me parecerá morena. Cualquier persona que vista de forma distinta a mis gustos, no estará arreglada. Si va sin peinar y sin maquillar, tendré la impresión de que va desaliñada. Si se peina y maquilla demasiado, me parecerá antinatural, o incluso obsoleta. Por lo tanto, necesito oirla hablar para hacerme una idea de su personalidad. Y decidir,  si me gusta o no, independientemente de su peinado. Pero, tengo que reconocer que mi predisposicón hacia ella es negativa porque, tengo amigos bajos, feos y desaliñados, todos de buenos modales, a los que quiero mucho.

miércoles, 22 de octubre de 2014

IDEAS DE UNA AMIGA DE GADEA

   ¡Saber vivir ! ¡Eso si que es tener arte!
Dice una amiga de Gadea que necesita hacer cosas de su agrado, cada día, para poder afrontar, con mejor disposición, aquellas obligaciones diarias que no le gustan. Y sí, yo misma he comprobado que si puedes tomar un café con un buen conversador, o escuchante, dar un paseo por un sitio que te guste, mirar tiendas, hacer yoga, asistir a clases de, yo que se, arameo, cualquier cosa que te satisfaga, entonces las obligaciones penosas son más llevaderas. Ahora bien, tienes que saber que es lo que te gusta, porque hay quien no lo sabe, y entonces pierde un buen tiempo en buscar y buscar. También están quienes saben lo que quieren pero no lo hacen. Estos si que cometen un pecado; si tienen la posibilidad, y casi siempre se tiene, y no lo hacen, es imperdonable . Con esto no quiero dar un motivo para la culpabilidad, que siempre es perjudicial, para todo. Sentirse culpable es inútil aunque tengas razones. De esto saben mucho los judeocristianos. ¿A dónde lleva la culpabilidad ? No le veo ningún fin. Si a caso, si viene acompañada de enfado, entonces podrías utilizarlo. El enfado si se puede canalizar y conseguir algún objetivo. La culpabilidad es como un gusano que se mete en una manzana y se la come sin ser visto. Como método para adelgazar estaría bien pero, ni sano ni bonito. Mejor nos quedamos con la manzana entera, sin visitantes, y nos ponemos manos a la obra con lo que nos gusta. Por mi parte, me voy a terminar mi libro: " Que no muera la aspidistra" de George Orwell". Y luego haré la cena como si me gustara cocinar.