QUIÉREME

martes, 24 de septiembre de 2013

ÁRBOL DE PAÍSES

S / T

El agua el aire
la luz
que descubre 
que deslumbra.
      Me miro al espejo y veo lo que fuí, lo que soy y lo que seré. Lo que fui: quise una cámara de fotos. Soñaba con ser escritora. Y fotógrafa. Y escribía con papel y lápiz y hacía fotos con el objetivo que formaba con mis manos. Tenía un patín. Y una madre. Soñaba. Siempre soñaba. La regla fue un martirio. Se reían de mi porque estaba gorda. Sacaba buenas notas en el cole. Decían que era madura y yo lo creí pero estaban equivocados. Tenía algunos amigos.  Dejé de sacar buenas notas. Odiaba la mayoría de las cosas que me rodeaban: el desprecio, la ignorancia, la mala educación,  la arrogancia, me daban asco y me hacían llorar.  Luego tuve otros amigos y fui feliz. Crecí un poco. Me fui. Mis notas empeoraron aún más. No sabía a donde iba. No sabía lo que quería. No sabía lo que podía. Alguien me echó una mano. Crecí un poco. Se reían de mi porque estaba gorda. Tuve otros amigos y por primera vez claramente, enemigos. Ahora alcancé algo de seguridad, después un poco más, a gusto después. Alguien me echaba una mano y a la vez tiraba de mi al fango. ¡Que mierda! Su familia tampoco fue buena. Le di todo. Siempre fui sincera incluso para decirle: no te quiero. No fue culpa suya; yo no quería lo que luego quise. Resultó que era guapa. Conocí lo mejor. Lo amé con una venda en los ojos y funcionó. Fue tan bueno que casi lo he olvidado. Luego me despertó del sueño de ese momento y desde entonces sigo intentando sonreir.
     Lo que soy: madre, es un yugo voluntario. Juego a algunas cosas. Coqueteo con otras. Nada serío. Mi cuerpo me reclama atención y eso me molesta. Añoro algunos momentos, estados de ánimo que no volverán. Intento sonreir y ahora, a veces, lo consigo. Lo tengo casi todo. Sigo, cada vez menos, flagelándome por una equivocación de hace años que me dejó completamente desnuda. ¡Como si fuese la primera vez que me he quedado desnuda ! Fue una equivación a medias, como casi todas, pero está....... . Voy por el buen camino: solo tengo que pensar en lo que tengo que pensar. Nada más.
    Lo que seré:......................es probable que seré lo que deseo ser.

                                                                                                          Mai Raymundo

lunes, 23 de septiembre de 2013

¡QUE FAMILIA TAN ENVIDIABLE!

     Me hablaba Gadea anoche de una familia que las dos conocemos: los García-Gil. Ella es periodista, él arquitecto. Tienen dos hijos, altos,  guapos ( es un decir )  y buenos estudiantes. Viven en una casa de unos treinta metros de fachada, de ladrillo "visto" o,  lo que es lo mismo, " ladrillo caravista que se fabrica para ser colocado en exteriores e interiores sin recubrimientos ". La casa tiene un gran portón de madera maciza y grandes rejas en las ventanas. Él, es un hombre introvertido, serio, no sale, no bebe. Cuando termina de trabajar, cuando deja la mesa a la que se sienta durante ocho horas diarias,  desde hace ya más de veinte años, se va a casa a cuidar del jardín y la piscina. La envidia de muchas mujeres , ¡sin duda! Ella sale con frecuencia, tiene compromisos con su Iglesia: organiza rifas y mercadillos, entre otras cosas,  para recaudar dinero para los pobres.  En fechas como Navidad y Semana Santa, las salidas se multiplican porque los quehaceres en la Iglesia y los propios ritos religiosos demandan más tiempo, como es natural. Parece una actitud muy norteamericana esa de "dedicar tiempo a su iglesia ",  ¿verdad? pero,  la verdad es que también es muy española, ahora que lo pienso.

  A eso de las seis de la tarde en invierno, a las ocho en verano,  es frecuente oir en esa casa:
 -¡ Cariño ! , me voy a la Iglesia. Vuelvo en un par de horas. ¿Te ocupas de la cena y de los chicos? ¡Que no se vayan tarde a la cama que mañana hay que madrugar !
-Si. Si.
-¿Me oyes? Mañana hay colegio.
-Si. Si. Tranquila. Me ocupo de todo.

  ¡Que familia tan envidiable!,  piensa la vecina de al lado cuando, desde su patio,  oye estas palabras. La vecina de al lado tiene un marido bebedor y juerguista," buen hombre,  pero bebedor y juerguista " es como lo definen todos los que lo conocen. Y la mujer tiene envidia, me dice Gadea. Tiene envidia de un marido como su vecino que hace dos días estaba en la biblioteca mirando por internet productos venenosos. Esa fue una de sus búsquedas: productos venenosos.  Estaba recogiendo información sobre sustancias que se utilizan en el campo como pesticidas y sobre otras que Gadea no conocía. Se mostró muy interesado en las consecuencias que podría provocar una de esas sustancias, cuyo nombre Gadea no logró ver,  si  era ingerida por una persona. También miró con mucho interés la procedencia y el método de fabricación del producto. Todo normal , ¿no?
   Dice Gadea que estaba sentado justo a su espalda,  detrás de ella,  y lo que aparecía en la pantalla del ordenador de García-Gil ,  se reflejaba con toda claridad,  en la pantalla del ordenador de Gadea siempre que éste estuviera apagado. A si que,  Gadea optó por no encender su ordenador y cotillear lo que hacía García-Gil, que por cierto ,  no es su apellido sino el apellido de su mujer,  hasta a los hijos los llaman así cuando su primer apellido es López. En fin, dice Gadea que algo le produjo escalofríos:  el interés, el empeño, la concentración que tenía al borrar del ordenador todo rastro de su búsqueda. La forma, los pasos que tenía que seguir los llevaba meticulosamente apuntados en una hoja que guardaba entre las páginas de un libro. Dice Gadea que comprobó el contenido de la hoja cuando García-Gil se levantó de su sitio y se metió en el baño. Gadea, sin moverse de su silla,  alcanzó el papel, lo vió y lo volvió a dejar donde estaba.  Dice que eso más que interesarle, la inquietó, tanto que por la noche,  a penas pudo conciliar el sueño y por eso, hace unas horas, me preguntaba por esta familia como quien pregunta por el tiempo que hace en tu ciudad. Claro que quizás esperando algo interesante que yo desconozco si ha sucedido.

De todas formas estaré atenta y si se de algo os lo contaré.

martes, 17 de septiembre de 2013

MINI TRATADO SOBRE LA TONTERIA

  En La Mancha se utiliza la palabra tontería como sinónimo de ese otro sinónimo de "gilipichi". No lo pongo porque suena mal, y escrito, a los oídos de quien lo lee, suena peor. De hecho existe, cómo algunos sabreís,  " el tío la vara " que va luchando contra la tontería por el mundo. La tontería es una característica del hombre de cualquier parte del mundo, no influye el clima como,  a la mala hierba,   por ejemplo, que no crece en los polos o en el desierto. La tontería sí, crece donde sea y bajo cualquier condición. Hay que tener en cuenta, sin embargo que no todos la desarrollan, pero los que la desarrollan lo hacen en distintos grados: hay gente tonta y gente "mu tonta". Y también hay quienes, con la edad , desarrollan intolerancia a la tontería; gente que cuando es joven no le afecta la tontería del mundo, la ve,  pero pasa  sin importarle, puede mirar para otro lado, para otra gente,  sin inmutarse. Pero, con la edad esa actitud que, en principio parece la correcta, se hace difícil, y llega un momento en que cuando una persona intolerante a la tontería se cruza con un tonto, éste último estímula, parece que sin querer, lo peor de la persona intolerante a la tontería. En estos casos puede incluso llegar a golpear al tonto sin que éste sepa muy bien lo que está pasando.
Continuará........

domingo, 15 de septiembre de 2013

S/T

Me dice mi amiga Gadea Díaz esta mañana:
-¿Sabes qué? Anoche vi a mi vecina, entre un tumulto de gente,  que entraba en la iglesia. Iba con mantilla. Yo me iba a la cama porque era de madrugada. Un gato se lamía las patas y a mí me daban pinchazos en el corazón. Tenía una navaja vieja con la que no podía abrir el envoltorio de unas sardinas de cuba. Luego,  abrí una puerta, intentado huir, y estaba el mar más azul que jamás he visto, me impresionó muchísmimo y mi marido me dijo que era una sorpresa para cuando despertara. En una orilla había un puñado de peces azules muertos. Estaba en la sala de espera de un hospital, no estaba segura pero parecía que mi madre podría estar allí. Esperé y esperé y finalmente fui a buscar a mis hijas al colegio. Llegué tarde, las habián dejado salir solas y no las encontré, solo vi a mi sobrino que parecía a salvo en algo como un bar. Le dije: no te muevas de ahí hasta que yo vuelva. Seguí andando por una ciudad que no conocía. Para cruzar hasta donde estaban las cafeterías, donde una amiga me decía que vendían un desayuno buenísimo, había que atravesar un canal como de dos metros de ancho. ¿Qué profundidad tenía? ¿ Se podía pasar andando ? Los niños lloran y no se explicarles que no tienen motivos para llorar, que son afortunados, no lo ven, estan sentados en el suelo en una habitación y más tarde me doy cuenta de que no se quien son. Me voy. Camino por una ciudad que no conozco.
-Pienso: o Gadea se ha vuelto loca o yo, tonta.
Cuando tenga la respuesta os lo contaré.