QUIÉREME

viernes, 8 de marzo de 2019

POBREZA

   Mi amiga Laura, que nunca lleva zapatones ni abrigos de cuadros, deja su Porsche Cayenne blanco junto a la acera por donde yo paseaba. Se baja y me saluda con alborozo, como ella suele hacer. Como a cincuenta metros de nosotras hay un grupo de mujeres, parece que preparándose para la manifestación de esta tarde, hoy es el día de la mujer. Laura me pregunta si iré a la manifa pero, antes de que conteste, como ella suele hacer, añade que eso es una forma de perder el tiempo, que son cuentos para no ir a trabajar y que así va España. En la vida cada uno tiene lo que tiene que tener, y no me discutas que las mujeres somos iguales que los hombres, no, no todos somos iguales, sigue diciendo sin parar, con aire desenfadado, con aire "causal".  Siempre ha habido hombres y mujeres, pobres y ricos, y siempre los habrá porque unos no pueden sobrevivir sin los otros: si los ricos no tienen, no pueden pagar a los pobres. Añado yo, para mí, que si los pobres no trabajan los ricos no ganan, a la vez que pienso que se está yendo del tema.
   La dejo hablar porque es inútil interrumpirla, ni escucha ni le interesa lo que le puedas decir. Así que sigo pensando, para mí, sin expresarlo con palabras, que el concepto de pobreza que mi amiga tiene es muy limitado porque pobreza también es tener esas ideas que ella tiene. Yo entiendo que ella es pobre en espíritu, en empatía, en miras. Creo que solo ve lo que hay delante de sus narices. Y esto me lleva a pensar que yo también soy pobre: considero que tengo ideas superiores a las suyas en estos temas sociales, antropológicos, filosóficos...Pero hay pobrezas en mi espíritu que me causan ganas de llorar con mucha frecuencia. Soy pobre porque me faltan las fuerzas para ser feliz teniéndolo todo. ¡Que pobre!






jueves, 28 de febrero de 2019

Y TU, ¿QUIÉN ERES? ¿EL QUE PITA O EL PITADO?

Uno de los titulares de hoy en El País dice: Michael Cohen implica a Trump en posibles delitos en un demoledor testimonio en el Congreso. Mentiras, corrupción, trampas, racismo...

Hace un momento conducía hasta casa y un señor (que parecía llevar prisa) ha presionado el claxon de su coche durante minutos, creo que para decirme que me hiciese a un lado porque le cortaba el paso. Aún en el caso de que pudiera volar y quitarme de la carretera, el que había delate de mi, también le interrumpía el paso.

Y yo, mientras tanto, pensaba dos cosas: una, nos estamos inmunizando a esa mala onda que muchos se empeñan en difundir y extender. Esa mala onda que nace de su propio corazón o entrañas o de donde sea de su interior. Alguien debería pararle los pies a esos necios, a Trump y al señor del claxon.

Y dos, ¿y yo, quién soy? porque lo que he escrito arriba me rodea pero lo siento lejano, como si lo estuviera viendo por televisión, en un mundo paralelo interconectado con el mío pero con el que no me identifico en absoluto. En la serie de los hermanos Wachowski, Sense 8, hay una escena en la que alguien le hace esa pregunta a alguien: y tu, ¿quién eres?. Y el preguntado contesta: ¿qué quieres saber?: ¿cómo me llamo?, ¿qué pienso?, ¿qué siento?, ¿qué me gusta?, ¿qué amo? No encuentro otra manera mejor de expresarlo. 
  Bueno, en mi pueblo si saben, allí te preguntan: y tu, ¿de quién eres?

martes, 19 de febrero de 2019

HISTORIA DE UN MILAGRO

Hace, unos dieciséis años, yo estaba en una habitación de mi casa, desesperada, angustiada. La persona con la que me había casado compartía su vida con otra y a la vez se negaba a dejarme libre. Mi psicólogo dice que eso es normal. Yo, aun no lo entiendo. Pero eso es otra historia. A penas nos veíamos y las pocas veces que hablábamos me contaba cosas sin sentido, mentiras gigantescas y descaradas, tan descaradas que no me podía creer lo que escuchaba. En medio de esa situación conocí a alguien que solo el roce de su piel me hacía sentir en el cielo. En un principio aquello no hizo otra cosa que perturbarme más. Ahora tenía mas cosas en las que pensar y a las que enfrentarme. Recuerdo con gran claridad un momento: era de noche, estaba sentada en una cama y sentía que aquello no tenía salida, que estaba atrapada.
No pasaron ni dos años cuando vivía en otra casa, tenía otra pareja y TRES HIJOS, que hoy son mi vida. ¿ Eso es un milagro? Pues anoche mismo me di cuenta de que sí, de que es un auténtico milagro. Y fue después de pasar unos días malos, muy malos, en los que repetía un mantra con desesperación, lo repetía como quien se agarra a una cuerda para salir de un pozo. He llorado de impotencia mientras pronunciaba una y otra vez las palabras de ese mantra. Y de pronto, cuando menos me lo esperaba, he visto cómo la foto se revelaba: ¿por qué sufres? ¡Tu has vivido un milagro! ¿Cómo no te has dado cuenta antes?
Ahora me siento aliviada y agradecida: gracias gracias gracias. Y si he sido capaz de provocar un milagro, ¿quien me dice que no puedo provocar otro? 😉


domingo, 10 de febrero de 2019

YO, MI, ME: MI OMBLIGO Y YO


ROMPER LA BARRERA

Vives envuelto en una membrana. Te limita los movimientos y hasta los pensamientos. Lo sabes, y a veces, de tu cuerpo, que necesita más espacio, sale una ira que golpea la membrana o grita como rayo en una tormenta. Pronto se aplaca y vuelves a la rutina de tus actos, de tus pensamientos y emociones, dentro de la membrana. La costumbre te calma, te proporciona orden, certidumbre y finalmente comodidad. Por eso te quedas ahí. Pero llega un momento en que la necesidad de respirar otro aire es más fuerte. Y ahora, para salir necesitas romper la costumbre, decirle no a mamá comodidad, ¿quién se atreve?
La cosa es que ahí fuera puedes encontrar cosas que te den satisfacción. ¿Cuándo es la última vez que te sentiste satisfecho por algo que hiciste tu?
Rompe la membrana, haz lo que tengas que hacer. La comodidad es una falsa amiga. Haz. Haz. Incluso puedes convertirte en mariposa, mejor dicho, incluso puedes dejar salir la mariposa que hay en ti luchando por su libertad desde ¿hace cuánto?