QUIÉREME

jueves, 28 de febrero de 2019

Y TU, ¿QUIÉN ERES? ¿EL QUE PITA O EL PITADO?

Uno de los titulares de hoy en El País dice: Michael Cohen implica a Trump en posibles delitos en un demoledor testimonio en el Congreso. Mentiras, corrupción, trampas, racismo...

Hace un momento conducía hasta casa y un señor (que parecía llevar prisa) ha presionado el claxon de su coche durante minutos, creo que para decirme que me hiciese a un lado porque le cortaba el paso. Aún en el caso de que pudiera volar y quitarme de la carretera, el que había delate de mi, también le interrumpía el paso.

Y yo, mientras tanto, pensaba dos cosas: una, nos estamos inmunizando a esa mala onda que muchos se empeñan en difundir y extender. Esa mala onda que nace de su propio corazón o entrañas o de donde sea de su interior. Alguien debería pararle los pies a esos necios, a Trump y al señor del claxon.

Y dos, ¿y yo, quién soy? porque lo que he escrito arriba me rodea pero lo siento lejano, como si lo estuviera viendo por televisión, en un mundo paralelo interconectado con el mío pero con el que no me identifico en absoluto. En la serie de los hermanos Wachowski, Sense 8, hay una escena en la que alguien le hace esa pregunta a alguien: y tu, ¿quién eres?. Y el preguntado contesta: ¿qué quieres saber?: ¿cómo me llamo?, ¿qué pienso?, ¿qué siento?, ¿qué me gusta?, ¿qué amo? No encuentro otra manera mejor de expresarlo. 
  Bueno, en mi pueblo si saben, allí te preguntan: y tu, ¿de quién eres?

martes, 19 de febrero de 2019

HISTORIA DE UN MILAGRO

Hace, unos dieciséis años, yo estaba en una habitación de mi casa, desesperada, angustiada. La persona con la que me había casado compartía su vida con otra y a la vez se negaba a dejarme libre. Mi psicólogo dice que eso es normal. Yo, aun no lo entiendo. Pero eso es otra historia. A penas nos veíamos y las pocas veces que hablábamos me contaba cosas sin sentido, mentiras gigantescas y descaradas, tan descaradas que no me podía creer lo que escuchaba. En medio de esa situación conocí a alguien que solo el roce de su piel me hacía sentir en el cielo. En un principio aquello no hizo otra cosa que perturbarme más. Ahora tenía mas cosas en las que pensar y a las que enfrentarme. Recuerdo con gran claridad un momento: era de noche, estaba sentada en una cama y sentía que aquello no tenía salida, que estaba atrapada.
No pasaron ni dos años cuando vivía en otra casa, tenía otra pareja y TRES HIJOS, que hoy son mi vida. ¿ Eso es un milagro? Pues anoche mismo me di cuenta de que sí, de que es un auténtico milagro. Y fue después de pasar unos días malos, muy malos, en los que repetía un mantra con desesperación, lo repetía como quien se agarra a una cuerda para salir de un pozo. He llorado de impotencia mientras pronunciaba una y otra vez las palabras de ese mantra. Y de pronto, cuando menos me lo esperaba, he visto cómo la foto se revelaba: ¿por qué sufres? ¡Tu has vivido un milagro! ¿Cómo no te has dado cuenta antes?
Ahora me siento aliviada y agradecida: gracias gracias gracias. Y si he sido capaz de provocar un milagro, ¿quien me dice que no puedo provocar otro? 😉


domingo, 10 de febrero de 2019

YO, MI, ME: MI OMBLIGO Y YO


ROMPER LA BARRERA

Vives envuelto en una membrana. Te limita los movimientos y hasta los pensamientos. Lo sabes, y a veces, de tu cuerpo, que necesita más espacio, sale una ira que golpea la membrana o grita como rayo en una tormenta. Pronto se aplaca y vuelves a la rutina de tus actos, de tus pensamientos y emociones, dentro de la membrana. La costumbre te calma, te proporciona orden, certidumbre y finalmente comodidad. Por eso te quedas ahí. Pero llega un momento en que la necesidad de respirar otro aire es más fuerte. Y ahora, para salir necesitas romper la costumbre, decirle no a mamá comodidad, ¿quién se atreve?
La cosa es que ahí fuera puedes encontrar cosas que te den satisfacción. ¿Cuándo es la última vez que te sentiste satisfecho por algo que hiciste tu?
Rompe la membrana, haz lo que tengas que hacer. La comodidad es una falsa amiga. Haz. Haz. Incluso puedes convertirte en mariposa, mejor dicho, incluso puedes dejar salir la mariposa que hay en ti luchando por su libertad desde ¿hace cuánto?